México enfrenta un impacto fuerte de precios que es reversible
El director general de los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA), Alan Elizondo, señaló que México no está pasando por una crisis alimentaria. Además dijo que se enfrenta un impacto fuerte de precios que es reversible.
Asimismo, adelantó que tras la emisión del primer bono social que realizó la institución para apoyar a pequeños productores de zonas marginadas, hay planes para colocar uno azul, mientras que el de resiliencia, único en su género, podría salir el año próximo.
“Hablar de una crisis alimentaria, lo veo difícil. No es nuestro caso”, afirmó.
Se trata de un impacto fuerte sobre los precios por las condiciones internacionales, algo que es reversible, puntualizó el actuario egresado del ITAM, con maestría en Finanzas y Economía en la escuela de Economía de Londres.
Señaló que con el Paquete Contra la Inflación y la Carestía (Pacic) existen mecanismos del Estado para lograr que México tenga el abastecimiento necesario. Recordó que, como parte de ese paquete, Segalmex tiene la meta de acopiar 800 mil toneladas de maíz como una reserva estratégica, para lo cual ya se publicaron las bases.
Explico que “Lo que hicimos en esta emisión reciente fue atraer recursos del mercado de valores y de inversionistas institucionales para ayudar a una problemática importante que se da en el país, sobre todo en el campo que es la falta de acceso al crédito”.
Anunció que FIRA tiene dos iniciativas: el bono azul y el bono de resiliencia. El primero hay que estructurarlo, porque se tiene que justificar muy bien el beneficio para los océanos.
Otro destino será el crédito a intermediarios financieros especializados en atender a habitantes de municipios desfavorecidos que conocen bien el campo, son pequeños y están en desarrollo.
Dijo que son intermediarios con una labor de inclusión financiera relevante toda vez que sin ellos sería casi imposible hacer llegar el crédito. “Si se suman, ya está conformado nuestro bono social de inclusión financiera”.
De la viabilidad, aseguró que cuentan con presencia en el financiamiento a la pesca, y con empresas de buenas prácticas en el manejo del océano, sobre todo las atuneras mexicanas que son bastante responsables. “Al menos sabemos que parte de su operación es muy compatible con lo que sería un bono azul”.
El otro sería un bono de resiliencia: su emisión se basa en una realidad sobre el cambio climático manifestado en varias regiones del país, justificó.
Como ejemplo, señaló el caso de Tamaulipas, con el sorgo que se produce allí, pues ha sido afectado recurrentemente por el clima, ya que hay menos precipitación.
“Un bono de resiliencia lo que vendría a hacer es financiar todos los conceptos de inversión que vienen a darle a los productores los elementos para resistir ese cambio de clima y que sus cosechas sigan”, expuso.
Los sistemas de riego por goteo, afirmó, son una solución muy relevante para muchos campos en Tamaulipas; cualquier concepto de inversión asociado a eso daría pauta para un bono de resiliencia que sería único en su género. “Esperamos anunciarlo a principios del año entrante”, indicó.
Inclusión financiera. Sobre el primer bono social, abundó que servirá para beneficiar a aquellas personas que nunca han recibido un crédito; también para quienes ya son acreditados, sobre todo emprendedores pequeños que viven en un municipio con alta marginación, o en donde la infraestructura de servicios financieros es escasa.
Además, se dirigirá a productores que se organizan y proveen sus productos del campo a empresas consolidadas que tienen un mercado abierto como exportadoras de café, cítricos o maíz.