La creciente deuda de Estados Unidos en 2024 y su impacto en México y el mundo
La deuda de Estados Unidos ha alcanzado un máximo histórico en 2024. Datos del Departamento del Tesoro indican que se ubica en 34.5 billones de dólares. Estados Unidos explica que entre los acontecimientos recientes notables que desencadenaron grandes aumentos de la deuda nacional se encuentran: las guerras de Afganistán e Irak, la Gran Recesión de 2008 y la pandemia por covid-19. Desde el año fiscal 2019 hasta el 2021, el gasto aumentó aproximadamente un 50 %, en gran parte por la pandemia. Los recortes de impuestos, los programas de estímulo, el aumento del gasto público y la disminución de los ingresos fiscales causados por el desempleo generalizado explican fuertes aumentos de la deuda nacional.
Información del Departamento del Tesoro y la Oficina del Servicio Fiscal apuntan que la deuda nacional permite al gobierno federal pagar importantes programas y servicios. La define como la cantidad de dinero que el gobierno federal ha pedido prestada para cubrir el saldo pendiente de los gastos incurridos a lo largo del tiempo. Por ejemplo, en un año fiscal determinado, cuando el gasto excede los ingresos, se produce un déficit presupuestario. Para pagar este déficit, el gobierno federal pide prestado dinero mediante la venta de valores negociables como bonos del Tesoro, letras, pagarés, pagarés de tasa flotante y valores del Tesoro protegidos contra la inflación.
Entonces, la deuda nacional es la acumulación de este préstamo junto con los intereses asociados adeudados a los inversores que compraron estos valores. A medida que el gobierno federal experimenta déficits recurrentes, lo cual es común, la deuda nacional crece. Pero hay un techo de deuda, una restricción impuesta por el Congreso sobre el monto de deuda nacional pendiente que puede tener el gobierno federal. El techo de deuda es la cantidad que el Tesoro puede pedir prestado para pagar las letras vencidas y pagar futuras inversiones. Una vez que se alcanza el techo de la deuda, el gobierno federal no puede aumentar el monto de la deuda pendiente, perdiendo la capacidad de pagar facturas y financiar programas y servicios.
De cara al futuro, se prevé que la deuda pública mundial se acerque al 100% del PIB para finales de la década. Este aumento de la deuda pública mundial está impulsado principalmente por Estados Unidos y China, estima el FMI. De acuerdo con Vitor Gaspar, director del Departamento de Asuntos Fiscales del FMI, la política fiscal laxa en Estados Unidos ejerce una presión alcista sobre las tasas de interés globales y el dólar. Lo anterior aumenta los costos de financiación en el resto del mundo, agudizando las fragilidades y los riesgos existentes. Aunque se proyecta un modesto ajuste fiscal a mediano plazo, será insuficiente para estabilizar la deuda pública en muchos países. Con las políticas actuales, los déficits primarios se mantendrán por encima de los niveles de estabilización de la deuda en 2029 en aproximadamente un tercio de las economías avanzadas y de mercados emergentes y en casi una cuarta parte de los países en desarrollo de bajos ingresos. Las mayores tasas de interés reales y las menores perspectivas de crecimiento a mediano plazo aumentan las presiones sobre la deuda.
La economía mexicana depende mucho de lo que ocurre con la estadounidense, en caso de que la deuda nacional se salga de control y caiga en un impago, podría meter al país vecino, que es el principal socio comercial de México, en problemas. De acuerdo con un análisis del laboratorio Real Instituto Elcano, un impago de Estados Unidos generaría un fuerte incremento de las rentabilidades de la deuda pública emitida por el Tesoro, que daría lugar a una revaluación del resto de los activos financieros. Lo anterior porque los bonos del Tesoro de Estados Unidos son el activo libre de riesgo por excelencia y se utilizan para la valoración y fijación del precio del resto de los activos.
Ante un impago, se producirían subidas en las rentabilidades del resto de activos de renta fija al tiempo que caerían las bolsas y, posiblemente se depreciaría el dólar. Además, el caos financiero y la incertidumbre llevarían a una contracción del consumo y la inversión y una caída del crédito, lo que probablemente llevaría a Estados Unidos a una recesión. Con una economía estadounidense en recesión, México podría enfrentar una reducción en su intercambio comercial, además de un impacto en las remesas que entran por una contracción en el mercado laboral.