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Cuando la oscuridad se apoderó de la CDMX: El eclipse de 1991

El 11 de julio de 1991, la Ciudad de México fue testigo de un eclipse solar que generó una penumbra de 6 minutos y 54 segundos, sumiendo a la capital en un momento de oscuridad que despertó temor y angustia en algunos de sus habitantes. Este fenómeno astronómico, que fue presenciado por la señora Regina Máximo, próxima a cumplir 59 años, trajo consigo creencias apocalípticas que aumentaron la incertidumbre en aquellos que lo observaban.

Durante una entrevista con El Heraldo de México, Regina Máximo recordó cómo vivió el eclipse solar de 1991, expresando que la falta de experiencia previa en este tipo de eventos le generó preocupación. Las creencias de su madre, que sugirieron que el amanecer no llegaría tras la oscuridad del eclipse, aumentaron su angustia durante los casi siete minutos de oscuridad total.

Regina mencionó que durante el eclipse, los animales presentaron un comportamiento atípico, lo que contribuyó a su sensación de miedo y angustia. Sin embargo, una vez que la luz del sol volvió a brillar, se sintió más tranquila. A pesar de la falta de campañas de seguridad en 1991, ahora se siente más segura y confiada gracias a la información disponible para el próximo eclipse solar del 8 de abril.

Por otro lado, Paulino Téllez, de 62 años, recordó que en 1991 se encontraba trabajando en una empresa cuando ocurrió el eclipse. Gracias a la careta de soldadura que utilizaba, pudo presenciar el fenómeno y recordó cómo muchas personas detuvieron sus labores para contemplar el evento.

Téllez mencionó que en aquel entonces era difícil adquirir lentes especiales para ver el eclipse, a diferencia de la actualidad donde la distribución de estos filtros es más accesible. Para el próximo eclipse, optará por verlo a través de un filtro para soldar, pero solo por unos minutos para evitar la exposición prolongada a los rayos solares dañinos.

En resumen, el eclipse solar de 1991 dejó marcadas impresiones en los habitantes de la Ciudad de México, quienes ahora se preparan con mayor información y seguridad para disfrutar del próximo evento astronómico. La experiencia de aquel día sigue viva en la memoria de quienes lo presenciaron, recordando la mezcla de temor, asombro y respeto hacia la grandeza de la naturaleza.

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