Las 5 verdades ocultas sobre andar en bicicleta en la CDMX
Andar en bicicleta en la Ciudad de México es una de las actividades que más te ahorrará tiempo, debido a la facilidad con la que estas pueden filtrar a través del tráfico y a que hay cada vez más infraestructura para que estos vehículos circulen por la capital. A esto se debe sumar el dinero que ahorrarás en transporte o gasolina y la pequeña aportación que harás a las miles de toneladas que CO2.
Aunque te pareciera que todas son buenas noticias, hay varias cosas que debes saber sobre el mundo de las dos ruedas y lo que no te han dicho sobre él. Por eso, a continuación puedes leer cinco cosas que nadie te dice de andar en bici.
5. Estacionar tu bici puede ser un acto de fe
Dependiendo de la zona donde dejes tu vehículo o la hora que sea, estarás más expuesto a sufrir un robo en las calles de la CDMX. Para esto es necesario que tengas un candado fuerte para evitar que no te quedes sin unidad de manera imprevista.
Aunque encuentres lugares bajo techo donde te dejen estacionarla, es indispensable que siempre lleves algo con qué asegurarla. Lo mejor para estos casos es que consigas un candado tipo U-lock, los cuales son los más resistentes.
No optes por usar cadenas o seguros que tienen cobertura de plástico o poliuretano. Aunque son baratos, son muy fáciles de cortar o de destruir, lo cual deja a tu bici indefensa ante las manos de los ladrones.
4. Cuesta muchísimo trabajo encontrar un buen mecánico para tu bicicleta
Al igual que con los automóviles, hallar un buen experto para reparar o darle mantenimiento a tu unidad puede ser una travesía sumamente complicada, sobre todo porque muchos están en el mercado informal.
Costará algo de tiempo antes de que encuentres un especialista que no te robe piezas, no descomponga otras cosas que no estaban mal para que regreses o que tenga precios justos por la labora que realiza.
Lo mejor para esto es buscar recomendaciones en varias páginas, optar por talleres donde se tenga mayor experiencia o en medida de lo posible, aprender a hacer las composturas básicas para tu propia bici.
3. No hay una sola escuela de conducción, todos manejan como quieren
La mayor parte de los capitalinos comenzó a andar en bicicleta mucho antes de que existieran iniciativas como la Bici escuela que atiende a la población en varios puntos de la capital, por lo que aprendieron a conducir sin ningún tipo de guías.
Si estás en esta situación, no habrá quien te diga que no debes ir en sentido contrario, subirte a las banquetas o inclusive, no sabrás cómo indicar que darás vueltas en las intersecciones.
Esto significa muchos riesgos para ti y para los otros usuarios de la vía, por tal motivo es indispensable leer el Reglamento de Tránsito para saber cómo se debe actuar ante diversas complicaciones en la vialidad y además, en caso de ser posible, aprender de algún experto en rodar por las calles.
2. Te vas a mojar, te vas a quemar y vas a sudar en bici
Aunque la bicicleta sea un vehículo de gran eficiencia, hay un elemento que nunca se puede controlar cuando se transita sobre ella: el clima. Los usuarios de estas unidades deben enfrentarse todos los días a quemarse la piel, a mojarse durante la lluvia y a sudar por montones mientras llegan a sus destinos.
Para evitar cualquier situación poco favorable, hay diversas recomendaciones que puedes seguir para evitar las mayores complicaciones a bordo de la bicicleta:
– Usar bloqueador solar.
– Llevar impermeable o chamarra.
– Llevar un cambio de ropa en caso de ser necesario.
– Nunca olvidar el desodorante.
1. Es más barata, pero la bici requiere varios gastos
Muchos piensan que basta con comprarse una bicicleta para comenzar a sentir los beneficios de este tipo de transporte. Si estás en este grupo, tienes razón a medias, debido a que hay algunos gastos que son necesarios para poder rodar en forma.
Aunque el Reglamento de Tránsito de la Ciudad de México no exige a los ciclistas circular con casco, lo mejor que se puede hacer justo después de adquirir una unidad es buscar equipo para proteger el cráneo. Hay diversos accidentes que no se pueden prever.
A esto se suma que la norma sí obliga llevar reflejantes o luces durante las noches a las personas en bicis. Por si fuera poco, los gastos en reparaciones de llantas, cambios de cadenas, ajuste de cambios, accesorios e incluso la compra de jerseys o mallots hacen de este deporte tan caro como el usuario esté dispuesto a desembolsar.