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Estados Unidos se envuelve en conflicto entre Irán e Israel: 5 riesgos para la economía mundial

El precio del petróleo experimentaría un alza significativa debido a las tensiones entre Estados Unidos, Irán e Israel. Según expertos, el crudo podría alcanzar niveles superiores a los 120 dólares si la situación persiste.

Esta situación tendría un impacto directo en la inflación global, ya que el encarecimiento de la energía reactivaría presiones inflacionarias a escala planetaria. Con las cadenas de suministro aún frágiles tras los años de pandemia, cualquier interrupción adicional se traduciría en un aumento generalizado de precios. Se advierte sobre una posible crisis del costo de la vida que podría extenderse por meses y desbordar la capacidad de respuesta de los bancos centrales.

Además, el conflicto en Ormuz podría provocar el colapso de las cadenas de suministro a nivel mundial. Las rutas marítimas no solo transportan petróleo, sino también otros insumos clave para la producción. Un bloqueo en esta región encarecería el transporte, limitaría el acceso a materias primas esenciales y obligaría a las empresas a replantear sus cadenas logísticas, lo que resultaría en escasez de bienes manufacturados.

Esta situación, sumada a precios energéticos elevados y una inflación descontrolada, podría configurar un entorno propicio para una recesión global. Los analistas no descartan una depresión económica si el conflicto se extiende y las políticas fiscales y monetarias pierden eficacia frente a un shock de oferta de esta magnitud.

Además, la inestabilidad financiera dominaría los mercados, con activos refugio perdiendo solidez y el pánico extendiéndose incluso a instrumentos tradicionalmente seguros. El riesgo de una crisis sistémica surgiría de la desconfianza prolongada en los flujos comerciales y energéticos.

La reciente operación de Estados Unidos en instalaciones nucleares en Irán ha aumentado la presión en el precio del crudo. Aunque las instalaciones petroleras permanecen intactas, el temor a una represalia elevó el riesgo geopolítico. La Agencia Internacional de Energía (AIE) mantiene vigilancia sobre los flujos de crudo y gas, pero las reservas estratégicas podrían no ser suficientes para solucionar una interrupción prolongada.

En medio de esta crisis, se reavivan los temores sobre la estabilidad institucional en Irán, lo que podría afectar las exportaciones incluso sin daños físicos en la infraestructura. Por ahora, Irán mantiene abiertas sus terminales, pero cualquier cambio en ese equilibrio alteraría de inmediato los precios globales y afectaría a China, principal cliente de Irán.

Estados Unidos, al ser un exportador neto de energía, se vería menos afectado directamente por la crisis, pero el aumento global de precios impactaría a consumidores y empresas. En la eurozona, un alza en los precios de la energía restaría puntos al crecimiento del PIB y elevaría la inflación, alterando las proyecciones macroeconómicas actuales.

A pesar de que los mercados no han reaccionado con pánico, la calma actual podría desaparecer. La demanda por activos corporativos continúa, pero el entorno actual no admite sorpresas. El cierre del Estrecho de Ormuz representa una línea roja que, de ser cruzada, llevaría a la economía global a un nuevo ciclo de incertidumbre.

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