Análisis de la viabilidad del Plan México con su nueva meta de inversión
El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha destacado recientemente que la presidenta ha revisado minuciosamente las cifras y ajustado gran parte de las metas económicas. En un contexto marcado por la Reforma Judicial y la desaparición de organismos autónomos, el objetivo de lograr que la inversión represente más del 25% del PIB para el año 2026 se interpreta como un mensaje de confianza en el crecimiento económico del país.
De acuerdo con datos del Inegi, en el tercer trimestre de 2024, la inversión alcanzó el 24.3% del PIB, una cifra cercana al objetivo fijado para 2026. Además, en el cuarto trimestre de 2011, la inversión alcanzó un pico del 26%, lo que sugiere que alcanzar el 28% para el año 2030 podría ser ambicioso pero alcanzable.
Adriana García, coordinadora de análisis económico en México, ¿cómo vamos?, destaca que fijar metas basadas en la inversión como porcentaje del PIB es más realista que apuntar a cifras exorbitantes de Inversión Extranjera Directa (IED). Este enfoque refleja la intención de fortalecer la infraestructura, implementar tecnología y transformar la economía nacional.
Por otro lado, Ana Gutiérrez, coordinadora de comercio exterior y mercado laboral del IMCO, señala la importancia de mantener relaciones sólidas con socios comerciales, incluidos los del T-MEC, para atraer inversiones extranjeras y domésticas. Aunque Estados Unidos es el principal inversor en México, también existen inversiones significativas de otros países como España, los de la Unión Europea y Japón.
Sin embargo, a pesar del impulso del Plan México y las acciones enfocadas en fortalecer la infraestructura y atraer inversiones, las especialistas advierten sobre la importancia de garantizar la certeza jurídica para los inversionistas privados. Esto implica respetar los contratos, asegurar condiciones clave como seguridad pública y acceso a energía, y garantizar un entorno favorable para las operaciones comerciales.
En conclusión, el Plan México ofrece una dirección clara para impulsar la inversión y el crecimiento económico, pero es fundamental abordar la certeza jurídica y crear un ambiente propicio para la colaboración con el sector privado. Solo con la confianza y la colaboración de todas las partes involucradas se podrán alcanzar las metas planteadas y fortalecer la economía mexicana en los próximos años.